Todo recorrido por la Ribera del Duero ha de iniciarse por su capital. Situada en el sur de la provincia de Burgos es el comienzo ideal para sumergirte en esta tierra de vinos legendarios. Es una parada natural para comenzar tu ruta enoturística, ya que esta ciudad lleva en sus entrañas un laberinto de bodegas subterráneas que te permitirán adentrarte en las razones por las que estas tierras son un destino privilegiado en el mundo del vino.
Aranda de Duero también te acerca a la fisonomía de las ciudades castellanas: austeras en colores pero ricas en patrimonio, y con un urbanismo bien conservado que muchas veces y en muchos rincones te hace transportar a varios siglos atrás.
Aranda de Duero es una ciudad pequeña y tranquila, y si la caminaras sin saber que es la capital de una de las Denominaciones de Origen más prestigiosas de España -y del mundo- , enseguida te darías cuenta. Sus bares te lo señalan, las invitaciones a visitar bodegas que ves por todos lados, y mucho más, si entras a su oficina de turismo , donde comienzas a disfrutar de todas las posibilidades que te brinda la región. Aranda es, además una ciudad pujante, y con una economía intensa , ya que es sede de grandes corporaciones como Leches Pascual y la farmacéutica Glaxo Smith y Kline. Su gastronomía recoge todas las virtudes de esta zona de España donde sus carnes son uno de sus distintivos, tanto es así que Aranda ostenta ser la sede de la D.O. del cordero lechal.
También en los últimos años ha ampliado su espectro de visitiantes a través de la organización del prestigioso festival Sonorama, que congrega en el verano miles de personas de todas las edades.
Luego de una caminata por el centro histórico, su plaza mayor, y las calles con soportales, hay que detenerse a disfrutar de la fachada de la Iglesia de Santa María de Aranda. Su interior no es tan espectacular, pero siempre es un remanso entrar en las iglesias y llenarse de su silenciosa espiritualidad.
Para estrenarnos en la región, no debemos dejar de buscar el río Duero, y buscar el puente que nos dará una dimensión del tiempo, y la dimensión del río como un hilo cultural que vertebra el sur de la provincia en torno a la vid y al mundo del vino.
HISTORIA DE LAS BODEGAS
La mejor introducción para nuestro viaje a la ribera del Duero es empezar por conocer las bodegas subterráneas de esta ciudad. Los 7 kms de bodegas bajo tierra se fueron construyendo entre los siglos XII y XVII, en principio para proteger la producción de los saqueos musulmanes, y luego para soportar la sobreproducción de la región. Aunque finalmente se descubrió las propiedades benéficas que tiene producir vino bajo tierra.
Este entramado laberíntico tan ancestral te da una dimensión de la profunda vocación vitivinícola que Aranda lleva en sus entrañas y que la disemina por toda la vera del Duero. Para visitar las bodegas, lo primero que hay que hacer es visitar CIAVIN, un centro de interpretación del Vino, realizado por el ente turístico del Ayuntamiento, al que se accede desde el local de la oficina de turismo . Su visita es gratuita y te adentrarás en el mundo histórico y contemporáneo de la cultura del vino.
Desde allí también organizan visitas a dos bodegas subterráneas, que también son gratuitas. Una es Las Ánimas, y la otra , Las Caballerizas , donde en verano se hacen relatos teatralizados.
Otra opción muy completa es la que brindan los chicos de Ribiertete, un local para catas y compras de productos gastronómicos, desde donde te llevan a visitar una bodega muy interesante bajo tierra que podeís disfrutar en la siguiente foto:
Alojarse en Aranda de Duero es una opción muy interesante para moverse e introducirse en la cultura del vino de la Ribera del Duero. Desde este lugar se pueden visitar las bodegas que se encuentran más al norte , en la línea de la A1 que lleva a Burgos.
En esa línea no puede faltar una visita a las Bodegas Portia, en Guzmiel de Izán. Es la única bodega diseñada por el afamado arquitecto Norman Foster, y es un impacto de vanguardia en medio de una a geografía de viñedos. Este nuevo emprendimiento del grupo bodeguero Grupo Faustino fue inaugurado en 2010. La mezcla de vidrio , acero, madera y hormigón se aunan una construcción en forma de estrella que se divisan desde la A1 , y que te introduce a un espacio de modernidad inquietante. Compaginan su actividad vitivinícola con el mundo del arte, es decir, cada vez que visites el espacio te encontrarás con una exposición diferente, siempre de arte contemporáneo. Otra experiencia fascinante de este lugar es sentarse a comer o tomar un vino en su Gastrobar Triennia , con unas vistas estupendas, y con la posibilidad de gozar su amplia gama de vinos.
Una vez hecho este recorrido, la sugerencia es dejar Aranda, para alojarse en Peñafiel., Desde allí se puede visitar la parte central de esta denominación de origen, ya en provincia de Valladolid, y adentrase en la vida de dos de las bodegas más importantes: Pesquera y Protos, dos visitas imprescindibles.
PESQUERA
Uno de los nombres legendarios de la región. Bodega fundada por el encantador Alejandro Fernández, un señor que homenajeó a su pueblo natal, dando al mundo del vino una de las etiquetas más prestigiosas de los vinos españoles. La bodega es antigua, y adquieres la dimensión de los vinos de toda la vida. Lo mejor que te puede pasar en esta bodega es que «Don Alejandro» , como se le dice cariñosamente al bodeguero ande por ahí, y se mezcle con los visitantes a aportar más detalles de la crianza de sus vinos, o de su relación con las viñas, y de la historia que vió pasar por la región.
PROTOS
Ya desde afuera tienes la sensación de encontrarte en un templo del vino de Ribera del Duero. Su énclave abajo de la montaña coronada por el castillo de Peñafiel te dan sensación de lugar sagrado. Tanto cuando caminas por los túneles de la antigua bodega , como cuando estás en la moderna construcción de Richard Rogers tienes siempre presente al Castillo.
Cuando llegas, no sabes por donde empezar. Lo imponente de la arquitectura vanguardista de la nueva bodega te tienta a empezar por ahí, pero no, te indican que has de ir al edifico antiguo que luego conecta con ésta a través de 2 km de túneles.
Así es que nos vamos a seguir el curso de la historia y empezamos casi por el principio, porque en realidad la bodega empezó en 1927 en otra nave sobre la carretera, que todavía se conserva. Los fundadores de Protos fueron unos visionarios, tanto es así que detentan la marca «Ribera del Duero». Fueron los primeros en captar las bondades de los suelos que corren a la vera de este legendario río ibérico, que luego de recorrer más de 800 km va a desembocar en el Atlántico, en Oporto, habiéndose convertido en Douro, y dejando a su paso tendales de viñedos.
Esta bodega lleva en su ADN la impronta de ser el primero, el «prototipo» , de ahí su nombre PROTOS y de ahí su identidad que los mantiene hoy en lo más alto de los vinos de la región y de España.
Nos quedan un montón de visitas: la plaza de Peñafiel, su castillo, pueblos hermosos, riquísimos conventos. Pero serán objeto de próximos posts.
El enoturismo es una manera de viajar coherente con la comida tranquila o slow food. Me ha gustado la crónica.
Gracias Angel, esperamos que vayas proximamente por ahí, vale la pena, y que busques tu alojamiento con Holidu