ALIADOS NATURALESCONTRA EL
ENVEJECIMIENTO A COSTE CERO
Los milagros no existen, todo tiene explicación, pero hasta que la ciencia no da su bendición, los hechos que no comprende, aunque estén ahí, no tienen validez científica. Así que tuvo que venir Yoshinori Ohsumi, con su premio Nobel de Medicina 2016, para desvelarnos los mecanismos y beneficios de la autofagia: un sistema de autolimpieza del organismo, que tiene mucho que ver con ese mito de la eterna juventud a la que todos aspiramos.
La autofagia lógicamente existe desde la noche de los tiempos. Se produce como reacción del organismo al dejar de suministrársele comida del exterior; todas las religiones han introducido el ayuno entre sus prácticas como símbolo de limpieza y aliado de la mente en este proceso. Para la ciencia, sin embargo, empezó a ser objeto de estudio hace tan solo 60 años.

Deshacerse
de lo inútil
Así que lo
que Yoshinori Ohsumi descubrió no fue la autofagia sino lo vital que
para ciertas funciones de la vida es la degradación y el reciclaje
de los desechos celulares. Como Sócrates, había llegado a la
conclusión de lo importante que es saber las cosas que –en este
caso el organismo- no necesita y la forma de deshacerse de ellas.
Cuando ayunamos entre 12 y 24 horas encendemos el interruptor de la autofagia y la aspiradora de basura celular inicia su trabajo de degradación y reciclaje de todo lo que no le sirve, inyecta energía a lo que queda de célula y genera proteínas jóvenes y frescas. Con esta función reparadora las consecuencias del envejecimiento se aminoran, aseguraba Juleen Zierath, miembro del comité del Nobel de Ohsumi al comentar su trabajo.

Ayuno
intermitente
Pero no solo eso, la autofagia es capaz de eliminar restos de virus y bacterias tras una infección y ayudar a producir hasta 300 gramos de proteínas diarias. ¿Por qué será que se nos cierra la boca del estómago cuando la enfermedad nos invade? El cuerpo está pidiendo un respiro para poder empezar a sanarse a sí mismo deshaciéndose de la basura que le está intoxicando. Y cuando le llevamos la contraria y no escuchamos lo que nos cuenta las consecuencias pueden ser nefastas.
Con toda
esta información en las manos solo queda preguntarse si merece la
pena o no iniciarse en la práctica del ‘ayuno intermitente’.
Nada de travesías del desierto pensando durante días en tropezarse
con un mendrugo de pan. Se trata solo de pasar 16 horas sin ingerir
más que infusiones o agua y dejar las 8 restantes para alimentarse
de forma sana.
Muertes
por dietas no saludables
No se trata
solo de saciar el hambre sino de nutrirse. De hecho, una de cada
cinco muertes está relacionada con una alimentación poco saludable.
El estudio publicado por la revista científica The
Lancet advierte que más de la mitad de los
once millones de personas que mueren al año por esta causa se debe
al bajo consumo de frutas y cereales integrales y al exceso de sal.
Así que iniciarse en la práctica del ayuno intermitente iría de la
mano de un menú saludable para que sea hecho con consciencia.
Para empezar
podemos iniciarnos con 12 horas sin ingerir sólidos, e ir
acercándonos a las 15, un par de veces a la semana. Cada cual
deberá medir sus fuerzas y elegir la franja del día en que hará la
tercera ingesta dentro de las horas restantes.
Sus
beneficios: desintoxicación, pérdida de peso y grasa corporal,
reducción del colesterol, aumento de energía, mejora de la
sensibilidad a la insulina, aumento de la función cognitiva y
reducción de la inflamación.
No es
exactamente el resultado de beber el néctar de la eterna juventud,
pero en según qué estados de salud se le podría acercar si se pone
en práctica de forma continuada. Además tiene coste cero, ya no nos
quedan pretextos.
Elena
Vergara
Totalmente de acuerdo.
Ed lo mejor que uno puede hacer por su salud.