Este mes tuvimos la oportunidad de presentar nuestro proyecto en el prestigioso evento tecnológico que se organiza en Madrid y que se llama South Summit. Gracias a la visión de Coca Cola a través de su acción #BecasAquarius todos los participantes de las dos ediciones de este premio tuvimos la oportunidad de exponer nuestros negocios en este evento innovador y tecnológico.
El Summit es una feria/evento que reúne a Start Ups , Inversores y corporaciones para intercambiar visiones del mundo en que vivimos en cuanto a la tecnología, a la vez que para presentar ideas de innovación , hacer «pitchs» de inversión, y por supuesto hacer contactos. Por eso nos resultó tan interesante que Aquarius/CocaCola tuviera la iniciativa de llevar a los emprendedores mayores de 60 que promueve con sus becas, porque esto genera una nueva visión y rompe paradigmas con respecto al prototipo de personas mayores.
El encuentro se realizó en la curiosa y casi flamante La Nave de Madrid, en el barrio de Villaverde, un barrio desfavorecido del sur de la capital que tiene ahora como contraste y como innovador vecino a este espacio expositivo dotado de todos los toques de modernidad.

La sensación que se tiene cuando se entra a un evento de estas características es que los viejenials nos hemos quedado muy lejos del mundo de los millenials. El ambiente potentemente tecno, con un lenguaje y unas características tan particulares, sumadas a las temáticas que interesan a este sector hacen que parezca que estamos un poco fuera, que jugamos en otra liga. A esto se suma el inabordable lenguaje algorítmico que manejan los jóvenes, la capacidad de dar soluciones digitales al mundo analógico, hacen que uno se sienta un poco abrumado en esta realidad; pero aún así, siempre quedan espacios para hacer sinergías para con ese mundo, ya que todos comemos comida, todos nos vestimos, todos andamos en medios de transporte, y a casi todos nos gustan los perros.
Durante tres jornadas y con infinidad de charlas y conferencias (todas en inglés) el South Summit nos impactó por ser estrictamente profesional. No se veía nada de postureo «tech», todo el mundo estaba a hacer negocios y a hacer contactos. La entrada costaba 500 €.
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